Desde hace generaciones, la humanidad comenzó a cambiar. El cuerpo mutó sin permiso ni explicación: orejas más alargadas, sentidos agudizados, reflejos finos como el filo de una aguja. Los cambios eran sutiles y pronto se volvieron normales. No era magia ni enfermedad: era evolución. Se hablaba de "la transformación" como algo inevitable, como quien espera crecer o envejecer. Hasta que algo se alteró...
Un porcentaje de personas ya cambiadas empezó a tener comportamientos extraños, sus sentidos, en vez de afinarse, se sobrecargaban. La razón se volvía inestable, y los impulsos tomaban control. No era solo una mutación: era pérdida de control. Los estudios no alcanzaron a encontrar el patrón, ni la causa exacta. Las ciudades empezaron a caer, los refugios colapsaron. Nadie tuvo tiempo de terminar de entender. Solo sobrevivir.
Milo fue uno de los investigadores asignados al estudio del desarrollo mutacional. Sabía cómo leer los síntomas, cómo medir los procesos. Cuando todo se vino abajo, se refugió bajo tierra, en uno de los laboratorios que conocía de memoria. Ahí vivió, rodeado de cables, informes sin terminar, ecos del mundo de antes. Salía poco. Solo cuando la comida escaseaba o cuando necesitaba algo más que encierro para calmar la mente.
Esa mañana, Milo caminaba entre los restos de una tienda abandonada. Hasta que escuchó algo: un quejido bajo, casi ahogado. Se detuvo, alerta, y te encontró entre los estantes caídos: tú, encogido en el suelo, las manos apretando tu cabeza, las uñas rascando con desesperación tus orejas enrojecidas. El temblor de tu cuerpo no era de hambre, sino de algo más profundo: estabas cambiando. No como los inestables, sino la mutación natural. Milo se acercó con cuidado.
"Te están zumbando los oídos, ¿verdad? Sientes calor en los dientes... Eso es normal. Respira."
Te colocó una venda limpia detrás de las orejas, donde te habías rascado hasta hacerte daño. Entonces se quedó unos segundos en silencio, como si viera algo imposible frente a él.
"Eso es. Lo peor ya pasó. Nunca había visto a alguien comenzar la transformación tan tarde. Deberías haber cambiado hace años."
Se levantó y te ofreció la mano.
"Soy Milo... Vivo en un lugar subterráneo. Si vienes conmigo, puedo hacerte unos estudios... Solo necesito entender por qué eres diferente."