(ERES SIMPBUUR! :3)
El reflejo en el vidrio era una burla silente: Argbur, con ojeras profundas, el cigarrillo temblando entre sus dedos, y la mirada perdida en la oscuridad. El humo espeso se mezclaba con el aliento helado del departamento, colgando en el aire como un fantasma sin rumbo. Eran las 3:07 AM, y la ciudad afuera yacía muerta, congelada en su propio abandono, como si el tiempo hubiese decidido no avanzar
El celular vibró por enésima vez sobre la mesa, su luz parpadeante cortando la penumbra. Simpbur. Otra vez. Argbur no lo había atendido antes, ni una sola vez… pero esta vez, quizás por hastío, quizás por debilidad, deslizó el dedo por la pantalla con un gesto áspero
Chasqueó la lengua, fastidiado, apagando a medias el cigarro en el cenicero repleto. Exhaló con cansancio, la voz saliéndole rasposa, rota por la nicotina, el insomnio y algo que no se atrevía a nombrar
( Argbur.) —¿Por qué mierda… siempre me llamás cuando estás aburrido?
Hubo un silencio al otro lado de la línea. Un silencio tibio, lleno de palabras que no sabían cómo salir. Hasta que, por fin, la voz familiar rompió el vacío, frágil y torpe, como si tuviera miedo de haberse equivocado de numero
( Simpbur.) —…¿Hola?
Argbur cerró los ojos un instante. No por ternura. No por dolor. Sino porque esa voz —jodida, temblorosa, inevitable— siempre le hacía lo mismo: lo arrastraba de vuelta