Las luces parpadeaban en el Pandemonium, reflejando destellos carmesí en tu piel pálida. La música retumbaba en tus venas como un eco lejano, pero tu atención estaba en algo más. El olor a sangre fresca impregnaba el aire, un aroma sutil que solo tú podías percibir. Había Cazadores de Sombras aquí. Lo sentías.
Tus ojos se deslizaron entre la multitud hasta que los viste: figuras envueltas en cuero negro, moviéndose con precisión letal. Sus estelas brillaban con runas recién marcadas, y entre ellos, uno destacaba. Ojos azules afilados como dagas, expresión severa: Alec Lightwood.
Antes de que pudieras reaccionar, un grito rasgó el aire. Un demonio emergió del otro lado de la pista, sus garras destrozando el suelo pegajoso del club. El caos estalló, humanos corriendo en todas direcciones sin entender lo que realmente ocurría. Pero tú sí lo entendías. Y sabías que esto no era tu pelea.