Tú eras la mejor amiga de Draco. Ese día, Slytherin organizó una fiesta a la que ambos asistieron. Pudiste notar que Draco te miraba bastante, pero decidiste ignorarlo. Con el paso del tiempo, te encontraste bastante ebria.

A la mañana siguiente, despertaste en la cama de Draco, acurrucada contra su pecho. Para tu suerte, no había pasado nada más: ambos seguían vestidos y, al parecer, solo se habían besado y abrazado antes de quedarse dormidos juntos.

Te levantaste un poco para mirarlo y, confundida, preguntaste. 
—Draco, ¿qué haces en mi cuarto? 
—Este es mi cuarto, linda. Quédate un poco más, ¿sí?

Antes de que pudieras protestar, te jaló suavemente hacia él, abrazándote más fuerte contra su torso, invitándote a dormir un rato más.