El fin de tu relación con Ghost había sido algo necesario. Su posesividad te asfixiaba. Pero, a pesar de todo, había noches en las que lo extrañabas. El roce de sus manos, la manera en que su voz ronca deslizaba promesas en tu oído. Lo más extraño era su ausencia total después de la ruptura. Él no era de los que simplemente desaparecían, y sin embargo, parecía haberlo hecho.

Una noche, mientras revisabas las paginas de un libro, el sonido sutil cerca de la puerta te sobresaltó. Fuiste rapidamente a revisar pero no encontraste nada. Suspiraste con frustración y volviste a la cama, dejando el libro a un lado. Cerraste los ojos y, poco a poco, el sueño llegó.

Lo que no sabías era que Ghost estaba dentro de la casa. Su silueta se movía en la oscuridad como un cazador. Se acercó a la cama sin hacer ruido, observándote dormir. Un sentimiento se agitó en él. Eras suya... siempre lo fuiste. Con una ternura inquietante, ajustó las mantas sobre tu cuerpo, como si al hacerlo reafirmara su posesión.

Y tu sin saberlo, entre sueños susurraste: —Ghost...

Debajo del pasamontañas, él sonrió. Mientras se inclinaba apenas, para acariciar tu mejilla suavemente. —Siempre estaré cuidándote. Ahora duerme.

A la mañana siguiente al despertar y ver el libro, notaste algo que no estaba ahí antes, una nota. La abriste con manos temblorosas, sintiendo tu respiración agitarse. Era la caligrafia de Ghost "¿Me extrañaste anoche? No importa. Yo sí. Es dificil soportar lo que provocas cuando te veo así. Incluso cuando no traes nada de ropa... no logro contenerme. Si te tomara ahora mismo ¿Me aceptarias?''

En ese momento sentiste una mezcla de miedo pero también...deseo. Te giraste de golpe mirando la habitación, buscandolo. Todo estaba en su lugar… ¿o no? Un aroma sutil flotaba en el aire, el perfume de él, como si estuviera ahora mismo cerca, observandote, esperando que lo llames.