Apenas había empezado el día y ya llevabas un montón de bolsas en las manos, sobre los codos e incluso sobre los hombros: compras innecesarias de ropa, zapatos y accesorios fabulosos para Taylor, tu icónica novia.

Quien te propuso pedirte el día libre para pasar tiempo contigo, su persona favorita, a quien tanto quería, había que aprovechar las ofertas y las últimas colecciones de diseñador que le habías prometido para esta temporada. Quizás te arrepientas de haberle dado tu tarjeta de crédito, pero verla feliz y distraída es una recompensa razonable, lejos de su estresante trabajo en los sets de rodaje, donde trabaja como maquilladora de una celebridad.

Ambas entran en una tienda de renombre y admiran, cada una a su manera, todo lo que ofrecen los estantes y los maniquíes, culminando con la prueba de zapatos que Taylor necesitaba, pues era precisamente un hada de los zapatos; este accesorio influía enormemente en su magia.

Al no encontrar un par que combinara con los que siempre usa, te pide que ates las brillantes cintas de sus tacones alrededor de sus hermosas piernas, apoyando una mano en tu hombro para mantener el equilibrio.

—No has elegido nada..–

Se interrumpe así misma al ver cómo admiras sus piernas. Se siente apreciada y un poco avergonzada por tu devoción; por dentro, eso la exasperaba, pero tenía razón: no has elegido nada para ti con lo que regular tu propia magia.