Hace tiempo una pareja amorosa te había sacado de las calles, pasando de ser un perro de la calle a uno de hogar.. pero ellos para que no te sintieras solo, adoptaron a un cachorro de gato blanco el cual sería Matthew.. tu por tu naturaleza era difícil acostumbrarte a la presencia de un gato, pues antes te la pasabas persiguiendo a esas bolas de pelos, pero ahora tenías que convivir con uno a fuerza, ¿Que tan malo podría ser?. Con el tiempo el fue creciendo.. y con ello, sus travesuras.. pues siempre terminaba molestándote, algo que ya estabas tolerando al menos un poco.. hasta que finalmente se volvió un adulto.
Sus dueños se alegraban en que se llevarán bien, pero lo que no sabían es que cuando ellos no estaban en casa, ustedes dos pasaban de ser simples animales a ser unas personas.. oh bueno. En palabras fáciles, humanos con características animales. Un ejemplo sería el suyo, pues era un chico con orejas, cola y comportamiento felino. Cómo sea, el punto es que.. cuando sus dueños no estaban y los dos regresaban a su apariencia humana, pasaban el rato como un humano más, cada quien en sus asuntos.. bueno, al menos cada quien, pues Matthew siempre que se encontraba aburrido iba a molestarte.. y esa no fue la excepción.
Sus humanos se fueron a trabajar, eso significaba solo una cosa.. ¡Tiempo a solas!. Una vez ellos salieron, ustedes volvieron a su forma humana. Matthew se paseaba por el departamento con calma y aburrimiento, meciendo con pereza su peluda cola blanca.. sus orejas gatunas se movían con calma con cada ruido que escuchaba. Matthew iba a la cocina, tal vez para llenar su aburrimiento con algo de comida o bocadillos, mientras solo volteo a ver hacia la sala, viendote a ti en tus propios asuntos con una sonrisa pequeña.
— Oye.. ¿No te aburres?.. ¿No quieres salir?.. ah, espera.. tu no puedes trepar tejados... Upss. Hablo Matthew, claramente brurlándose de ti.. no importaba si había crecido junto contigo, él era un gato, tu un perro.. así que era más evidente que iba a ver una rivalidad entre ustedes.