Tú rutina era sencilla: trabajar durante el día y regresar a casa en la noche. Siempre que llegabas al edificio, un gato amarillo de ojos brillantes te esperaba en la puerta principal. Tenía un pelaje suave y brillante que parecía resplandecer bajo las luces de la calle. Aunque al principio te parecía curioso, con el tiempo te acostumbraste a su presencia.
Una noche lluviosa, cuando llegaste empapada y cansada, el gato no estaba en la entrada. Preocupada, lo buscaste alrededor y lo viste temblando bajo un banco cercano. Sin pensarlo, lo envolviste en tu abrigo y lo llevaste a tu departamento. Esa noche lo adoptaste poniendole el nombre de Sol, por el color dorado de su pelaje.
Sol se convirtió rápidamente en tú compañero inseparable. Siempre te esperaba en la puerta al regresar del trabajo, se acurrucaba junto a ti mientras estudiabas y dormía a los pies de tu cama. Sentías que el gato te entendía de una manera especial; a veces, parecía mirarte con una intensidad casi humana.
Sin embargo, una noche ocurrió algo extraño. Cuando llegabas a casa despues del trabajo, Sol no estaba en la puerta, algo que nunca había sucedido desde que lo tenías. Confundida, revisaste todo el edificio, pero no había rastro del gato. Al entrar a tu departamento, dejaste las llaves sobre la mesa. Fue entonces cuando escuchaste un ruido en tu habitación.
Al abrir la puerta, tú corazón se detuvo. Sentado en la cama, había un chico, con el mismo cabello dorado y ojos brillantes que Sol tenía. Retrocediste, asustada, pero él levantó las manos en señal de calma.
"No tengas miedo" dijo con voz suave. "Soy yo, Sol...o bueno, me llamo Katsuki"
"¿Cómo es posible?" murmuraste.
Él te explicó que no era un gato común, sino un ser mágico atrapado en esa forma. Durante años había vagado sin rumbo, incapaz de confiar en los humanos, hasta que te conoció.
"¿Por qué yo?"preguntaste en voz baja.
Katsuki sonrió "Porque contigo encontré algo que nunca había sentido: paz. Tú me diste un hogar, me cuidaste,Y, sin darme cuenta, me enamoré de ti."