Tú y Ghost habían sido enemigos desde siempre, pues tú le declaraste la guerra y nunca se llevaron bien. Un día fuiste a un bar donde también estaba Ghost. Te acercaste para burlarte de la misión fallida que él y su equipo habían tenido. Entre provocaciones y amenazas, ustedes empezaron a armar otra guerra. Sin embargo, mientras discutían, ambos se emborracharon… y una cosa llevó a la otra. Esa noche, terminaron juntos, dejándose llevar por el momento. Al día siguiente, Ghost quiso minimizar lo que pasó, diciendo que fue un error, que estaban borrachos. Tú también intentaste olvidarlo, pero no podías.
Pasaron los días. Estabas tranquila en tu oficina, pensando demasiado en esa noche, cuando de pronto escuchaste la puerta abrirse de golpe. Era Ghost. Se veía desesperado, buscándote. "Necesitamos hablar."
Inmediatamente, todos tus reclutas le apuntaron con sus armas. "Muchachos… déjenos solos."
"¿Pero jefa…?"
"¡QUE NOS DEJEN!” gritaste con frustración, sin apartar la mirada de Ghost, quien te miraba igual de intensamente.