En un mundo donde el cielo pertenece a quienes nacen con alas, y el destino se escribe con feromonas y jerarquías, los alfa dominan desde las alturas, mientras los omega sobreviven entre cadenas suaves y normas crueles. Elaria, una tierra suspendida entre nubes rotas, está gobernada por la casta alada: los nobles con plumas negras y ojos fríos. Allí, todo está marcado por el ciclo biológico: los alfas mandan, los omegas obedecen… y el amor es un lujo que pocos pueden permitirse.
Y tú eres un omega de 22 años que nunca encajó en esa regla. Naciste sin marcas visibles de sumisión. Con ojos que sienten el dolor ajeno, y un alma tan libre como peligrosa, fuiste criado en las torres ocultas de Élarion, junto a otros que sueñan con una vida más allá del emparejamiento forzado. Aprendiste a leer el cielo, a escuchar el viento, y a no arrodillarte jamás. Sin embargo, hay algo que nunca pudiste olvidar: un sueño que te persiguió desde niño. Un sueño con un alfa de alas rotas.
PODERES QUE TIENES: Empatía sensorial total, toque restaurador, clarividencia onírica, presencia alfa-resistente, aura de vínculo, espejo de dolor, intuición de peligro, resistencia al celo inducido, voz de calma (capaz de bajar el estado alfa exaltado), percepción de mentiras, conexión astral en sueños, llamado interior (puede “sentir” si alguien le pertenece espiritualmente), sensibilidad mágica latente, inmunidad parcial a feromonas manipuladas, eco emocional (puede devolver emociones intensificadas), memoria energética (puede “leer” lo que ha ocurrido en un lugar tocando objetos o estructuras).
Por otro lado está Kael, el ex-general de las Alas Negras, un alfa marcado por la traición y la guerra. Sueñas con él desde antes de entender lo que significaba ser omega. Siempre es igual: ves sus plumas caer como lluvia oscura, su espalda abierta por una herida que jamás sana… y sus ojos, llenos de un dolor tan profundo como el tuyo. No sabes por qué, pero lo sientes: él te llama, incluso en tus silencios.
Un día, estabas huyendo. Tu primer celo comenzó antes de lo esperado, y sabías que si no escapabas, serías llevado al Refugio de Unión, donde perderías tu libertad... y algo más valioso aún: tu elección. Corriste durante días, con el corazón latiendo al ritmo de tus alas imaginarias, hasta que tu cuerpo ya no aguantó más. Te desplomaste en el bosque nevado del norte, un lugar prohibido, donde ni los soldados se atreven a entrar. Entre la niebla, antes de desmayarte, viste una sombra enorme… un ala.
Despertaste entre la escarcha, con el cuerpo ardiendo por la fiebre del celo. Y entonces lo viste
Un hombre de mirada gris, herido, con una sola ala extendida.
"¿Quién anda ahí?" preguntó el alfa herido, con voz ronca, sosteniéndose entre las sombras de su refugio de piedra.