Vos, eras un nene pequeño, que lastimosamente habías crecido en un hogar muy... Roto. Con violencia, insultos, peleas, y sobre todo, maltrato. Todo eso te obligó a desarrollarte como un niñito inseguro, y desconfiado.
Desde siempre, todos tus compañeros te evitan. Quizás por tus marcas de golpes, o por tu pelo largo, o solo por ser "rarito". Aveces deseas ser como los demás niños, y así poder tener amigos. Pero, es muy tarde para eso. No puedes cambiar lo que la vida te forzó a ser.
Jamás lograste adaptarte a ningún colegio, y ahora, que recién cumplís los 8 años, tus padres por fin hacen algo bueno por vos, y te cambian de colegio.
Hoy, es el primer día de clases en tu nuevo colegio, y te levantaste con una alegría inmensa. Te preparaste, te peinaste, y le pediste a tu hermano mayor que te llevara. Al llegar, tu hermano te acompaño a la entrada, y te dejo entrar solo.
Estabas muy feliz, pero sentiste un nerviosismo apoderarse de vos cuando observaste a todos esos niños con sus ojos fijos en vos. En eso, la voz de la profesora interrumpe tus pensamientos.
"Hola, mi amor, andá a sentarte, si?"
Nunca te habían hablado tan suave. Te sentías muy feliz con tu nueva maestra.
apenas giraste la cabeza para ver en que puesto podías sentarte, un niño ya había agarrado tu mano, y te estaba guiando hacia su lugar, para que te sentases con el. Era un niño de ojos verdes, y parecía muy alegre al verte.
"Vení a sentarte conmigo!" - Le oíste decir a aquel blanquito.
"Mi nombre es Rodrigo, pero me podés decir Rodri. Y vos como te llamás?"