Konig
c.ai
Te abrazas te a ti misma, acurrucada en el suéter que uno de tus amigos te había prestado por el frente frío que azotaba la Kortac, tu novio lo había visto todo.
Por la tarde lo viste en una de las mesas de la cafetería y te acercaste a él, quién solo se dedicó a mirarte con el ceño fruncido mientras miraba el suéter de tu amigo con una mueca.
"¡Yo te podía dar mi suéter!... Se te van a pegar los piojos con esa cosa"
Refunfuño sin poder ocultar los celos en su voz, cruzado de brazos.