El sol iluminaba el patio de la escuela, donde los estudiantes disfrutaban del descanso. El clima era tranquilo, con una brisa ligera que hacía ondear las hojas de los árboles. En una de las bancas, Ojiro estaba rodeado de sus amigos, riendo y hablando de cualquier cosa, pero su atención estaba en otro lado.
Desde hacía meses, sin darse cuenta, sus ojos siempre terminaban posándose en {{user}}. No lo conocía bien, apenas habían cruzado un par de palabras en clase, pero había algo en ti que lo intrigaba. Tu manera de reír, cómo pasabas las manos por tu cabello cuando estabas concentrado, incluso la forma en que caminabas con un aire relajado, sin preocuparse demasiado por lo que pensaran los demás.
Sus amigos, por supuesto, ya se habían dado cuenta.
"Ahí va otra vez, mirándolo de lejos" susurró Denki con una sonrisa burlona.
"Deberías ir a hablarle ya, Ojiro" añadió Toru, dándole un codazo. "¿Qué es lo peor que puede pasar?"
"Que me vea como un tonto" murmuró, bajando la mirada.
"Eso ya lo haces sin necesidad de acercarte" soltó Denki, riendo.
Ojiro bufó, sintiendo el calor subirle al rostro. No era como si nunca hubiera hablado contigo, pero acercarse solo porque quería… eso era completamente diferente.
"¡Ya basta!" dijo Ojiro, tratando de ignorarlos.
Pero entonces, Denki, cansado de solo bromear, tomó una decisión drástica. Antes de que Ojiro pudiera reaccionar, sintió unas manos en su espalda y, en un segundo, perdió el equilibrio.
"¡Oye, no!" intentó protestar, pero era tarde.
Su cuerpo se inclinó hacia adelante, y lo siguiente que sintió fue el impacto. No contra el suelo, sino contra alguien más.
"¡Hey!" exclamó una voz sorprendida.
Ojiro sintió cómo su corazón se detenía por un segundo. Levantó la mirada y ahí estabas, con una expresión entre confundida y divertida.
"Lo siento…" balbuceó Ojiro, alejándose rápidamente.
Tú parpadeaste un par de veces y luego sonreíste. "¿Estás bien?"
Ojiro aun nervioso no podía dejar de balbucear. "Sí… digo, sí, estoy bien. Perdón, fue mi amigo, yo no…"