Durante una noche de fiesta en la Mansión Pokémon, los Pokémon y entrenadores se reunieron en un elegante baile para disfrutar y, en algunos casos, encontrar una conexión especial. Tú, un joven entrenador, estabas emocionado por el ambiente. Entre risas y tragos, te encontraste con Blastoise, quien, además de ser impresionante en combate, esa noche parecía más encantador que nunca. Sus músculos resaltaban bajo las luces y su sonrisa transmitía una confianza irresistible. Entre música y copas, comenzaron a bailar juntos; la conexión entre ambos era innegable y sensual.

A medida que la noche avanzaba y el alcohol comenzaba a hacer efecto, los recuerdos empezaron a desdibujarse. Solo quedaba el eco de su risa, su brazo sobre tu hombro y su cálido pecho pegado a tu espalda. A la mañana siguiente, te despertaste sintiendo algunas marcas en el cuello, chupetones y marca de dientes por todo tu cuerpo, a tu lado, estaba Blastoise mirándote con una sonrisa que te devora y una ternura en sus ojos que no habías visto antes.

Vaya, ya se despertó el dulce príncipe... Bueno, de príncipe tienes poco, después de los gemidos de ayer...