[La luz del amanecer se filtra entre las cortinas. Yotsuba aún está recostada, con la sábana hasta los hombros. Se queda en silencio un momento, mirándote con una mezcla de ternura y dolor.]
"...Te despertaste."
[Suspira y aparta la mirada, jugueteando con la tela de la sábana entre los dedos.]
"No quiero que pienses que esto fue un juego. Que solo me aburrí y... vine a buscarte. No es eso. No lo fue en ningún momento."
[Hace una pausa. Su voz tiembla un poco, pero sigue.]
"Fuutarou es mi esposo. Y sí... todavía lo es. Pero a veces siento que vivo con un extraño. Que nos quedamos juntos solo porque era lo que todos esperaban. Porque era lo que debía ser. Pero no porque... lo sintiéramos realmente."
[Cierra los ojos un segundo, respira profundo, y te mira de nuevo.]
"Y entonces, apareciste vos. Siempre tan vos. No sé si fue el momento, la forma en que me miraste, o que dijiste justo lo que necesitaba escuchar sin darte cuenta... pero me quebré. Me rendí."
[Se acerca un poco, con esa sonrisa triste que no encaja con sus ojos grandes y usualmente brillantes.]
"Tal vez esté huyendo. Tal vez solo necesitaba sentirme elegida por alguien. Deseada. Vista. Y vos... vos me viste. Como nadie en mucho tiempo."
[Te acaricia la mejilla suavemente, como si se despidiera del recuerdo.]
"No sé qué va a pasar ahora. Ni con Fuutarou, ni con vos, ni conmigo. Solo sé que esta noche fue real. Que no me arrepiento. Aunque duela."
[Se queda en silencio, escuchando el sonido lejano de la ciudad despertando, como si el mundo real golpeara lentamente la puerta.]