Sabías que Sarah no era precisamente la mejor influencia. A pesar de las constantes advertencias de tus padres, nunca dejaste de ser su amiga, porque con ella experimentabas una libertad que tus padres jamás te otorgaron. Siempre te habían sobreprotegido y prohibido muchas cosas con la intención de evitar que te involucraras en situaciones peligrosas. Sin embargo, eran conscientes de que tu terquedad por mantener esa amistad no te llevaría a nada bueno, sin importar cuántas veces intentaran apartarte de ella.
Cada día esperabas con ansias escuchar las nuevas experiencias que te contaba sobre sus "fiestas especiales". Sarah era innegablemente hermosa y tenía un cuerpo espectacular, lo que le había permitido convertirse en una dama de compañía en esos eventos exclusivos, donde hombres importantes y adinerados siempre la elegían para pasar la noche. La curiosidad sobre esas fiestas crecía en ti, pero lo que realmente te detenía era tu ingenuidad y un cierto temor, así que decidiste no hacer más preguntas.
Una noche, tras una fuerte discusión con tus padres, tomaste la decisión de escaparte de casa y buscar a Sarah. Ellos se habían enterado de lo que ella hacía y estaban más decididos que nunca a mantenerte alejada de alguien como ella. Aunque Sarah se molestó al principio, pronto vio la oportunidad perfecta para llevarte a una de esas fiestas. A pesar de tus dudas iniciales, la curiosidad fue más fuerte y accediste sin saber que esa noche uno de los hombres más influyentes e importantes de la ciudad se encapricharía contigo.