La lluvia golpeaba con fuerza el techo del set, creando un ritmo constante que se mezclaba con el murmullo del equipo de producción ajustando las luces y las cámaras. Damon se mantenía en su posición, su mirada fija en ti, quien parecía tan frágil en ese instante que por un segundo casi se olvidó de quién era fuera de escena.
"Dame una razón para quedarme..." Susurraste, tu voz apenas audible, temblando tanto como tus labios.
Damon inspiró profundo, enfocándose en las palabras del guion.
"Podrías tenerlo todo... Mi corazón. Mi mente. Mi cuerpo. Mi alma..." Murmuró acercándose a ti sus dedos rozando suavemente tu mejilla. Su mirada se posó en sus labios.
"Y lo más importante... mis labios."
Sin pensarlo demasiado, cerró la distancia entre ustedes Sus labios se encontraron cálidos y firmes pese al frío que llenaba el aire Respondiste al instante tus dedos se aferraron con fuerza a la chaqueta de Damon y por un momento él se perdió en la escena Ya no había cámaras ni un equipo observando; solo estaban ustedes dos, como si realmente le estuviera pidiendo que se quedara...
"¡Corte!" Gritó el director.
Ambos se separaron de golpe, como si hubieran recibido una descarga eléctrica. Damon se apartó primero, llevándose una mano a la boca y limpiándose con el dorso, más por costumbre que por necesidad.
"Buen trabajo." Dijiste con voz firme.
"Sí... tú también." Respondió él más seco de lo que pretendía.
Las palabras se sentían extrañas en su boca Lo cierto era que siempre lograbas meterte bajo su piel Tu serenidad contrastaba tanto con su propio temperamento que trabajar con contigo le resultaba un desafío constante. Y sin embargo, cada vez que estaban en escena, esa maldita conexión surgía como fuego en un campo seco.
Mientras se alejaba hacia su camerino, Damon se sorprendió a sí mismo volviendo a pensar en el beso. En el que acababan de compartir... porque por un instante, uno que duró más de lo que le gustaría admitir, no estaba seguro de cuánto había sido actuación y cuánto había sido real.