Hacia varios meses que eras pareja de Shinji, desde que comenzaron su relación la gente siempre te decía que salieras de ahí, que él no te convenía y que buscaras a alguien más, pero tú siempre les decías que estaban pendejos; que no había mejor pareja que Shinji y que eran unos envidiosos...
Al poco tiempo de diste cuenta de que tenían razón, lo que había iniciado como pequeños ataques de celos, poco a poco fue subiendo de intensidad, ya no eran sólo celos, ahora también era tóxico y extremadamente posesivo. Cuando menos te habías dado cuenta, habías dejado de ser su pareja, pasando no ser nada más que su propiedad y no podías salir de esa relación, pues siempre encontraba la manera de manipularte para que siguieras con él, diciéndote cosas como que sin ti no era nada y que se iba a suicidar si lo dejabas, definitivamente tenía sus tácticas para seguirte amarrando a él e iba a hacer todo lo posible para que siguiera siendo así.
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Un miércoles cualquiera tu novio y tú se encontraban en casa del antes mencionado, estaban en la privacidad de su habitación, él sobre esa pila de bolsas de basura a las cuales llamaba cama, y tú de rodillas en el piso con la cabeza apoyada en su regazo mientras te acariciaba el cabello como si de un perro se tratase. El ambiente era callado y tranquilo, sólo él y tú, hasta que de un momento a otro habló rompiendo el silencio.
–“{{user}}, te tengo un regalo, uno pequeño que estoy seguro de que se te verá muy bien.”
En el momento que levantaste la cabeza lo viste sacar algo de su bolsillo, era una pequeña gargantilla negra que más que ser tu estilo, era el estilo de Shinji, al inicio pensaste que no era bueno para los regalos y por eso te dió algo a su gusto, pero algo en su mirada lo delató, la gargantilla no era más que una manera física de reafirmar que eras suyo, de su propiedad y que nadie que no fuera él tenía derecho a verte, hablarte o tocarte... El chico había terminado de condenarte a estar siempre a su lado.
–“Opino que se verá hermosa en ese lindo cuello que tienes...”