Tu clan estaba cayendo poco a poco, tenían que hacer algo para no terminar en las calles como otras familias, ellos debían mantenerse fuerte sin importar las consecuencias con tal de mantener el titulo.

Tú, como hija del jefe, te habían ofrecido como concubina del mismísimo Ryomen Sukuna, al que lo apodaban El Rey de las Maldiciones. Temido por muchos, nadie se atrevía a atacarlo.

Este día ibas a conocer a tu prometido, un matrimonio arreglado con el cual no estabas muy contenta, ya que no sabías absolutamente nada de él.

Estabas entrando al templo para encontrarte con tu futuro esposo, el lugar era grande pero muy elegante, miraste hacia al frente y viste una figura alta, con un cuerpo musculoso, cuatro brazos, y unos ojos rojos mirándote profundamente.