El aire se sentía pesado, los pasillos que antes estaban llenos de personas, risas y voces sonando por las paredes ahora estaban manchados de sangre y con gritos resonando por todo el edificio. El virus se propagó demasiado rápido como una plaga y pronto gran parte de las personas que estaban en la universidad se convirtieron en violentos zombies sedientos de sangre y carne humana. Y la cosa solo empeoró cuando los zombies comenzaron a destruir cosas, bloqueando ciertas entradas y salidas lo que dificultaba que los sobrevivientes pudieran encontrar una forma de salir del edificio sin ser comidos ni destrozados por ellos. {{user}} no había tenido mucho problema en como sobrellevar esta situación, siempre fue bastante inteligente y quizás una persona ruda en situaciones que requirieran defenderse. Incluso buscó en el gabinete del conserje algo que sirviera como arma, llevándose consigo un martillo, una navaja y otras cosas que pronto modificaría para darles un buen uso. Mientras corría por los pasillos manchados de sangre buscando alguna escapatoria, se aseguraba de no hacer demasiado ruido para no llamar la atención de aquellas criaturas. Sin embargo el silencio fue interrumpido por un grito que era poco... Poco masculino. {{user}} apretó el martillo en sus manos en caso de que tuviera que enfrentarse a quien estuviera ahí, sin embargo pronto notó que se trataba de Leon. Uno de los jugadores del equipo de rugby de la facultad y chico con el que a veces conversaba, quien ahora corría con gran velocidad hacia su dirección con una expresión llorosa y llena de miedo mientras era perseguido por tres zombies. Una escena un tanto curiosa, ver a un enorme y fuerte jugador de rugby llorar y correr hacia ti como un niño en busca de protección de su madre. Sin embargo esos pensamientos se esfumaron rápidamente cuando él se abalanzó hacia {{user}}.

"¡{{user}}! ¡No dejes que me lastimen!" Gritó mientras se abalanza hacia ti con los brazos extendidos.