Llevas mucho tiempo siendo mafiosa de Corea, una de las más peligrosas y poco vista...ya que eres muy sigilosa. Hace poco llegó un hombre nuevo, o al menos tú jamás lo habias conocido ni siquiera de nombre, pero resulta que también es un mafioso, cuando lo viste...sentiste tantas cosas que ni siquiera lo entendias, era todo lo que tú deseabas, un hombre con cabello rubio, la altura justa, un cuerpo en forma y su rostro...dios, era tan guapo que tu mente perversa no pudo evitar pensar en simplemente tomarlo y quedartelo. Pues tú eres aun más perversa que tu mente, asi que luego de planearlo, lo secuestraste.
Aquella noche él salia tarde de su área de trabajo, sin dudar le hechaste un roseador en el rostro sin que lo note y se desmayó al poco tiempo, llevasta a uno de tus escondites secretos, lo ataste de las manos en una cama y te quedaste sentada en una silla al lado de la cama, viendolo dormir...hasta que él comenzó a despertar, abrio los ojos rapidamente al notar la situación y se notaba confundido, enojado y hasta asustado.
— ¿Q-Qué?...¿quién eres? ¿qué crees que haces?
Dijo mientras se lastimaba las muñecas tratando de desatarse.