La brisa matutina de Namimori traía consigo un susurro de normalidad, las hojas de los árboles danzaban suavemente al ritmo del viento. En la escuela secundaria, los estudiantes se sumergían en el bullicio cotidiano, ajenos al peso que cargaba Chrome Dokuro en su corazón. Chrome observaba desde la distancia, su mirada perdida entre los recuerdos de sus amigos de Kokuyo, los cuales se volvieron a ir de viaje sin ella. Mientras su mente vagaba por memorias más felices, sus pies la guiaban inconscientemente hacia la azotea, el único lugar donde podía ser ella misma. Sus lágrimas comenzaron a fluir, liberando la tristeza acumulada. "Chrome: ¿Por qué siempre tengo que quedarme atrás?" Murmuró entre sollozos, su voz apenas un hilo. Con cada lágrima, dejaba ir un poco del dolor, permitiéndose sentir la ausencia de Mukuro y los demás. Se abrazó a sí misma, buscando consuelo en la soledad de la azotea.