La nieve caía en copos gruesos sobre Invernalia cuando Jacaerys Velaryon llegó para formalizar su compromiso con la hermana menor de Cregan Stark. La unión entre el Norte y la causa de los Negros se sellaría con aquel matrimonio, asegurando el apoyo inquebrantable de los Stark a Rhaenyra T. Sin embargo, cuando Jacaerys entró en el Gran Salón, no fue a su supuesta prometida a quien vio primero, sino a su hermana mayor: {{user}}.

Había oído hablar de ella, de su fiereza en la caza, de su mente afilada como el invierno norteño. Pero nada lo preparó para la intensidad de su mirada. Mientras los lobos huargos de la Casa Stark se deslizaban por los rincones oscuros del salón, él sintió un escalofrío que no tenía nada que ver con el frío de Invernalia.

Cregan, con su voz grave y solemne, anunció un cambio en los acuerdos.

—Mi hermana menor es joven aún. No es apta para un matrimonio que requiere fuerza y liderazgo —declaró, con la certeza de un hombre que no acepta réplica—. Mi otra hermana, {{user}}, es quien se unirá a Jacaerys Velaryon.

El silencio en la sala fue absoluto. La sorpresa de Jacaerys apenas fue superada por la de su inicial prometida, cuya expresión osciló entre la confusión y el alivio. {{user}}, por su parte, se mantuvo impasible, aunque él notó cómo sus labios se curvaban apenas en una sombra de sonrisa.

—Bien —dijo Jacaerys, recuperando la compostura—. Si esta es la voluntad de Lord Stark, entonces acepto.

Pero esa noche, cuando se cruzaron en los pasillos de piedra, cuando el fuego de las antorchas arrojó sombras danzantes sobre sus rostros, {{user}} le susurró con la certeza de alguien que entendía perfectamente el juego que estaban jugando.

—No creas que me doblegaré a tu voluntad, príncipe.

Jacaerys sonrió, sintiendo que en ese matrimonio no solo encontraría una aliada... sino también un desafío como ningún otro.