La tercera noche en el enclave, la formalidad culminó con una cena privada en los aposentos de Sasuke Uchiha. Damián observó a su madre, Talia, con su elegancia letal, y a Ra's al Ghul, símbolo del poder ancestral. Sasuke y Hinata irradiaban autoridad silenciosa.
Pero fue {{user}} quien capturó su atención. Por primera vez, no llevaba el niqāb. Vestía un jūnihitoe blanco y lila, de corte imperial Hyūga. Su rostro, enmarcado por el cabello negro, era perfecto: piel de porcelana, labios neutros, ojos lilas que eran tanto Byakugan como Sharingan. Sentada con porte regio, parecía la “Princesa del Sol y la Luna”.
La cena fue un ballet de diplomacia fría.—El acuerdo es sólido, Sasuke —dijo Ra’s—. La unión de nuestros linajes detendrá esta guerra. El Daimyo lo ha ratificado.—Si garantiza la supervivencia del Clan, se mantendrá —respondió Sasuke—. {{user}} será una esposa digna.Damián asintió, incapaz de apartar la mirada de su prometida. Una belleza gélida, pero innegable.
Dos días después, Damián, {{user}} y Boruto compartían fruta bajo los cerezos. Boruto, informal, hablaba por los tres.—¿Recuerdas, Hime? Cuando papá nos dejaba usar el estanque Hyūga. ¡Nos bañábamos juntos! Y tu primer beso… fue en el festival. Te reíste a carcajadas. Parecía que un oso te hacía cosquillas.
Damián ardía por dentro. Boruto aireaba memorias íntimas mientras él ni siquiera conocía el timbre de la voz de su prometida.
Un halcón mensajero interrumpió.—¡Papá! Siempre en el peor momento. Tengo que volver. No te preocupes, Moo-na, regreso pronto —dijo Boruto, guiñándole a {{user}} y dándole una palmada, ignorando a Damián.
Cuando se fue, el silencio reinó. Damián, furioso, vio cómo {{user}} hacía un gesto sutil a los guardias Hyūga. Sorprendidos, retrocedieron. Ella sabía que él quería hablar.
Damián se acercó por primera vez sin obstáculos. Ella seguía mirando las flores.—Boruto se ha ido. Ahora el protocolo es mío, ¿no? —dijo con voz baja—. Te ríes con él. Lo dejas tocarte. Le das tu cuerpo y tu voz. A mí, solo silencio y papel. ¿Qué significa esa burla?
{{user}} tomó una de sus cartas, la dobló con precisión y la colocó sobre una piedra junto a su pie. Damián entendió: la comunicación escrita había terminado. Pero ella seguía sin hablar.
Su frustración se desbordó. Se arrodilló, rompiendo la postura que la Liga le había enseñado. Tomó el pergamino y lo acarició, mirando el velo que apenas ocultaba su boca.
—No puedo casarme con una obligación. Soy Damián al Ghul. Si vamos a compartir cama y un imperio, necesito más que un acuerdo de paz. Necesito saber si puedo confiar en ti… ¿O solo seré el padre de tus hijos mientras Boruto te hace reír como en tu primer beso? Mírame y dime la verdad, aunque tenga que quemar este maldito palacio para obtenerla. Dime que hay algo, algún juramento, que sea solo… nuestro.