{{user}} Lockwood salió de la cocina ajustándose el delantal, su rostro ligeramente apurado mientras se dirigía hacia el mostrador donde su compañera de trabajo, Liv, atendía a un cliente. El lugar estaba tranquilo, con solo unas pocas mesas ocupadas, y el suave murmullo de las conversaciones llenaba el ambiente.
Liv, distraída mientras servía una bebida a un chico que parecía un poco fuera de lugar, giró la cabeza al escuchar su nombre.
{{user}} se cruzó de brazos, echando un vistazo rápido al reloj de la pared. “¿Puedes cubrirme? Tengo un examen mañana con Alaric, y ya sabes cómo se pone cuando no estudio. Es como si estuviera buscando una excusa para darme un sermón sobre responsabilidad.” Su tono era ligero, pero sus ojos mostraban una pizca de nerviosismo.
Liv suspiró, claramente acostumbrada a las solicitudes de último minuto de su amiga. “Está bien, pero me debes una. Y no me vengas con excusas la próxima vez que te pida que cubras mi turno, ¿entendido?”
Kai Parker, sentado al otro lado del mostrador, apenas escuchó la conversación. Su atención estaba fija en Skyler, la chica de cabello oscuro que había salido de la cocina con una energía vivaz. Había algo en ella que captó su interés de inmediato, algo genuino en su voz y movimientos que contrastaba con la superficialidad que estaba acostumbrado a ver en las personas.
Acababa de salir de su prisión, un lugar donde el tiempo se había detenido, donde la soledad lo había moldeado y el rencor había crecido como una espina clavada en su corazón. Pero ahora, aquí estaba, en un mundo que parecía tan diferente y, a la vez, tan igual al que había dejado atrás. No había venido aquí buscando nada en particular, pero encontrar algo que le llamara la atención era inesperado.
{{user}} tomó su chaqueta y se giró hacia Liv con una sonrisa agradecida. “Eres la mejor. Te prometo que te lo compensaré.” Sus ojos se encontraron brevemente con los de Kai, y algo en su mirada lo hizo sonreír, apenas un movimiento de sus labios, pero lo suficiente para captar su atención.