La música y las risas llenaban la sala, pero para {{user}} y Katsuki, todo era ruido distante. Habían terminado hacía un año, en medio de acusaciones injustas y palabras que nunca debieron decirse. Desde entonces, la vida había seguido su curso.
Aquella noche, ambos llegaron a la fiesta por caminos distintos, acompañados de nuevas parejas. Tu estabas junto a un hombre que parecía encantado con su propio reflejo en los cristales, mientras Katsuki acompañaba a una mujer que, aunque perfecta en apariencia, no lograba emocionarlo como solías hacerlo tú.
Al entrar, sus ojos se encontraron, y aunque ninguno lo quiso admitir, sus corazones dieron un vuelco. Aun así, se ignoraron, refugiándose en la conversación superficial de sus acompañantes.
De repente, el ritmo de salsa llenó el salón. Era imposible ignorarlo. Las parejas comenzaron a dirigirse a la pista, riendo mientras marcaban los pasos. Katsuki sabía que amabas bailar, era casi una tradición para ustedes en cualquier fiesta. Él mismo recordaba las tardes en las que aprendieron juntos, torpes al principio, hasta que se convirtieron en la pareja que todos miraban con envidia en la pista.Pero esa noche, no te levantaste. Era extraño. Katsuki tampoco estaba en la pista; su acompañante estaba más interesada en hablar con un grupo de amigos.
Su corazón comenzó a latir más rápido. Sabía que se arriesgaba, pero también sabía que jamás había mejor compañera de baile que {{user}}. Respiró hondo, se levantó y cruzó la sala con pasos nerviosos.
Cuando se detuvo frente a ti y extendió su mano, su voz fue suave, casi temblorosa.
"¿Bailas?"
Lo miraste a los ojos, esos ojos que conocías mejor que los tuyos. Dudaste por un segundo, pero algo dentro de ti, algo que nunca había desaparecido del todo, la impulsó a tomar su mano.
Los giros, los pasos rápidos, las miradas, todo era como antes. Era como si la música los devolviera al lugar donde siempre habían sido felices.
"Nunca he encontrado a nadie que baile como tú" dijo mirándote con una mezcla de nostalgia y admiración