La brisa de la colina era fresca, un alivio después de la tensión de la misión. Tú y Ghost estaban sentados en la hierba, observando las luces de una ciudad extraña parpadear en la distancia. Estaban varados, con el dinero agotado y a la espera de un vehículo de rescate que no tenían idea de cuándo llegaría. A pesar de las circunstancias, te sentías en paz.
Ghost, tu compañero de trabajo, una persona normalmente reservada y distante, te había permitido conocerlo más allá de su faceta profesional. Con el tiempo, se habían convertido en un equipo inquebrantable, una dupla que funcionaba a la perfección.
Te habías aventurado a conseguir algo de beber y volviste con una Pepsi. Mientras la bebías, un chorro accidentalmente se deslizó por la barbilla hasta tu cuello. Con una sonrisa, le ofreciste un trago a Ghost. Él te miró, su expresión normalmente seria, ahora tenía un toque de deseó.
—¿Qué pasa?— preguntaste, notando la intensidad de su mirada.
Sin decir nada Ghost te tomo de la nuca y acercó su rostro a tu cuello. Con lentitud paso su lengua desde tu cuello hasta tu barbilla para tomar la Pepsi derramada que estaba en ti.