Odiaba ser su sombra. Desde pequeño, siempre noté que, incluso cuando lograba algo, toda la atención recaía en Alexander. Él lo tenía todo: el cariño de nuestros padres, su adoración, mientras que yo parecía ser solo un espectador en la burbuja de su familia perfecta. En cada conversación, siempre era "Alexander el mejor", mientras que yo apenas era un niño. Él disfrutaba de hermosas chicas, popularidad y todo lo que yo deseaba.
Sin embargo, había algo que él no tenía, algo que no podía arruinar, o eso creía: estaba completamente enamorado de mi mejor amiga. Tú eras todo lo que estaba bien. Desde el primer momento, me hiciste sentir especial. Con Alexander lejos, era imposible no enamorarme de ti. Pero entonces apareció el miedo. Quería ocultarte, temía que Alexander también te quitara de mi vida. Por mucho tiempo, traté de esconderte, pero solo te llevé a él.
Cuando Alexander te conoció, supe que todo cambiaría. Su mirada destilaba determinación y deseo, y comprendí que estaba a punto de borrarme de tu vida. Eso solo alimentó mi odio hacia él; lo deseaba lejos de mí. Durante años, tuve que callar, tragándome mi rencor y odio. Incluso cuando quise oponerme a su boda, él me advirtió: tú ya eras suya y no debía arruinar tu felicidad. Realmente lo odiaba. A menudo imaginaba cómo sería mi vida si él nunca hubiera llegado a ti, si te hubieras casado conmigo como siempre soñé. Pero era solo eso: una fantasía inalcanzable.
Tiempo después, Alexander consiguió un proyecto importante en otro país. Sería solo un año de grabación, y pensé que tal vez podría acercarme a ti. Pero, casi como si Dios finalmente me escuchara, tuviste un accidente. Un accidente realmente grave. Cuando aparecí a tu lado en el hospital, escuché la mejor noticia: una contusión cerebral y la posibilidad de que perdieras la memoria. Así que, en cuanto despertaste, tomé tu mano con cuidado y te dije:
"Realmente me asusté. No creía que ibas a despertar, amor."