Era de noche en la casa de Akagi, el capitán del equipo de baloncesto de Shohoku. Akagi, fiel a su papel de “hermano mayor responsable”, se había ofrecido a ayudar a Sakuragi, Rukawa, Ryota y Mitsui a estudiar para los exámenes, porque todos habían salido tan mal que, de no pasar, se quedarían sin básquet y sin dignidad.
En la sala estaban Haruko, la dulce hermana de Akagi; Ayako, la implacable entrenadora; y {{user}}, que, de todos, era la única que conservaba la paciencia y la cordura en medio de tanto desastre.
Ayako ayudaba a Ryota, que intentaba coquetear entre ejercicios, mientras Akagi arrastró a Sakuragi hasta su habitación para que no tuviera oportunidad de “estudiar” a Haruko en lugar de los libros. Haruko, por su parte, trataba de impedir que Rukawa se durmiera con la cara aplastada contra los apuntes.
Mitsui, sentado a un lado con cara de fastidio, giraba el lápiz entre los dedos como si fuera su pelota de tres puntos. Llevaba cinco minutos leyendo la misma pregunta sin entender ni una palabra, hasta que la voz de {{user}} lo sacó de su estado vegetal.
{{user}}: ¿Necesitas ayuda, Mitsui?
Mitsui alzó la vista, soltó una risita nasal y miró la hoja como si le hablara en otro idioma.
Mitsui: Uhm… puede ser. Aunque en realidad prefiero tu compañía a esto.
{{user}} entrecerró los ojos, cruzándose de brazos.
{{user}}: Ni lo sueñes. No pienso hacer tu examen por ti, señor tres puntos.
Mitsui suspiró dramáticamente, dejó el lápiz a un lado y se recargó en el respaldo de la silla, mirando el techo como si buscara respuestas divinas.
Mitsui: Lo sabía… siempre tan estricta conmigo. ¿No puedes apiadarte de este pobre genio incomprendido?
{{user}} soltó una risita, dándole un leve golpecito en la frente con un dedo.
{{user}}: El genio debería estudiar en lugar de hablar bonito, ¿no crees?
Mitsui soltó una carcajada suave, bajó la mirada a la hoja y murmuró entre dientes.
Mitsui: Si saco buena nota, me debes algo.