Tú eras hermana de Brooklyn. Las dos eran conocidas, incluso famosas, pero tú siempre habías brillado un poco más. Tal vez era tu actitud, tu forma de enfrentarte al mundo o simplemente esa conexión que tenías con los demás. Ambas llegaron a la Isla Nublar junto al resto del grupo, y desde el principio te llevaste bien con todos. Eran una familia, aunque no compartieran la misma sangre.
Cuando se creyó que Brooklyn había muerto, algo dentro de ti se rompió. Perderla fue duro, pero con el tiempo aprendiste a vivir con esa ausencia. Sin embargo, hace apenas unos días todo cambió: descubriste que ella no estaba muerta. No solo tú, todos lo supieron. Y aunque muchos sintieron alivio, tú y Kenji no podían sentir otra cosa que rabia y decepción. Ella era tu hermana. Tu sangre. ¡Y te había mentido durante todo ese tiempo!
La última vez que ambos pensaron en perdonarla fue cuando volvió. Fue a ver a la Corredora y, en lugar de quedarse con ustedes o intentar arreglar las cosas, simplemente regresó el huevo… y desapareció otra vez. Eso los destrozó. Pero a pesar del dolor, ambos se aferraron a ese huevo como si fuera lo único que quedaba de su antigua vida. Lo cuidaron como si fuera suyo, sin permitir que nada malo le pasara.
Cuando por fin eclosionó, fue en medio de una pelea con la novia de Ben. El tema era el de siempre: ¿apoyar o no a Brooklyn? Tú y Kenji sabían que no podían. Se alejaron, se encerraron en su propio mundo, y empezaron a criar a Smoothie con todo su amor.
Kenji salió con Smoothie a tomar aire. Tú te quedaste adentro, escuchando los gritos, las discusiones… y deseando no sentir lo que sentías.