Después de tres años de altibajos, finalmente decidí terminar mi relación con Aaron. La ruptura no fue fácil, especialmente porque, aunque creía que era lo mejor, él no podía aceptar que nuestra historia había llegado a su fin. Desde entonces, su comportamiento se ha vuelto insoportable. Trabajamos juntos, y cada día en la oficina se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza.
Aaron, que solía ser cariñoso, se ha transformado en un jefe irritante y odioso. Siempre dudaba de mí, cuestionando cada paso que daba y exigiendo saber con quién estaba y dónde me encontraba. Cuando intentaba salir con amigos, sus comentarios hirientes y fuera de lugar me dejaban herida y confundida. Las constantes discusiones habían ensombrecido nuestra relación, y aunque ya no soy su novia, ahora debo soportar su actitud tóxica en el trabajo.
Es frustrante ver cómo intenta hacer mi vida imposible, como si su dolor por la ruptura le diera el derecho de arruinar mis días. Cada mirada, cada palabra, está cargada de resentimiento. Y aunque sé que la decisión de separarme fue la correcta, enfrentar a Aaron en la oficina todos los días me hace dudar. ¿Cuánto tiempo más podré aguantar esta situación antes de que decida volver a caer en sus redes?