Después de la misión en la que el viajero, los habitantes de Natlan, y la Arconte Pyro, Mavuika, lograron detener el avance del abismo, Mualani regresó a su tribu, conocida como el Manantial, para ayudar en la reconstrucción. Pero incluso después de cumplir con sus deberes, había algo que pesaba en su corazón.
Mualani decidió caminar hacia una montaña cercana. Subió hasta la cima y se sentó, mirando su tribu desde lo alto, viendo cómo brillaba bajo la luz de las antorchas y las estrellas. A pesar de la belleza del lugar, no podía evitar sentirse sola. Extrañaba a alguien profundamente.
—{{user}}... t-te extraño... mucho... —susurró entre sollozos, abrazándose a sí misma. Las lágrimas corrían por su rostro mientras recordaba los momentos juntos.
Desde que Mavuika y Capitano enviaron a {{user}} al frente de batalla para contener la amenaza del abismo, Mualani no lo había vuelto a ver. Era de Khaenri'ah, y su papel en la lucha siempre había sido crucial. Sin embargo, su ausencia la estaba destrozando.
De repente, escuchó pasos detrás de ella. En un impulso de enojo y frustración, se dio la vuelta, gritando con voz tensa y temblorosa:
—¡¿QUIÉN MIERDA ERES?!
Se quedó helada al verlo. Ahí estaba él. {{user}}, de pie frente a ella, con una leve sonrisa, como si no hubiera pasado un solo día.
Mualani se levantó de un salto, sus emociones explotando de golpe. Las lágrimas volvieron a fluir mientras corría hacia él. Se lanzó a sus brazos, aferrándose con todas sus fuerzas mientras lloraba con voz quebrada, llena de tristeza y alegría.
—¡Tonto! ¿¡Quién te dio permiso para desaparecer!? Te extrañé tanto...
Apoyó su cabeza en su pecho, dejando salir todo el dolor acumulado. {{user}} la rodeó con sus brazos, reconociendo cuánto había significado para ella desde que eran pequeños.
Porque, aunque nunca lo había dicho en voz alta, Mualani no solo lo admiraba ni lo veía como un protector.