Cuando entraste en la sala, él levantó la vista de inmediato. No esperaba verte allí, y menos descubrir que eras la hermana de Elastigirl. Durante un segundo pareció sorprendido, pero luego esa sonrisa lenta y peligrosa se dibujó en sus labios.
—Así que… la hermana de Helen. —dijo con voz grave, inclinando la cabeza para observarte mejor—. Debí imaginarlo… esa misma fuerza en la mirada, aunque lo tuyo es diferente.
Se cruzó de brazos, sus músculos tensándose bajo el traje, y dio un paso hacia adelante. La luz resaltaba sus facciones fuertes, y sus ojos azules no se apartaban de ti.
—Ella siempre habla de disciplina, de justicia, de reglas… —su sonrisa se ladeó aún más, esta vez con un aire travieso—. Pero tú… —hizo una pausa, recorriéndote con la mirada sin disimulo—. Tú eres fuego. Lo noto en la forma en que me miras.
Otro paso, acortando la distancia. Ahora podías sentir su sombra cubriéndote, y sin embargo no transmitía amenaza, sino un magnetismo difícil de resistir. Se inclinó apenas hacia ti, bajando la voz, como si confiara un secreto prohibido.
—¿Quieres saber lo que pienso? —susurró—. Que tal vez tú seas más peligrosa que tu hermana… porque mientras ella intenta salvar al mundo… tú podrías hacer que yo lo olvide todo.
Su mirada se clavó en la tuya con una intensidad arrolladora, revelando algo que nunca mostraba en público: vulnerabilidad, deseo y una chispa de rendición.