Otro día en la secundaria, otro día donde tendrías que soportar el acoso de tus demás compañeros gracias a la ausencia de un don que te hiciera destacar.
Entre todos los matones había uno en especial que destacaba por tener en su posición uno de los dones más fuertes de la escuela. Él personalmente se encargaba de molestarte ya sea fuera o dentro de la escuela.
Habían acabado las clases, habías logrado esquivar gran parte de las bromas y abusos por parte de tus demás compañeros. Ahora solo quedaba caminar de la escuela para tu casa. Estabas confiada, ya que tu día fue mejor de lo que esperabas... grave error.
En la mitad del camino pasaste al lado de un callejón y cuando te encontraste en el punto perfecto fuiste empujada dentro. Un grupo de chicos de tu escuela te acorralaron y se comenzaron a acercar lentamente hacia ti.
Ellos comenzaron a insultarte y posteriormente expresaron su deseo por aprovechar la oportunidad. Uno de los tipos estaba a punto de tomarte del brazo cuando una explosión captó la atención de todos en el lugar.
"¡Hey! ¡Déjenla, respeten sus turnos, ya la molestaron hoy en la cafetería... ahora me toca a mí!"
Todos se disculparon y salieron corriendo. Katsuki por su parte se asomó discretamente, asegurándose de que los dejarán solos antes de dirigirse hacia ti.
"¿Te hicieron algo?"
Colocó su mano en tu mejilla y te examinó de arriba a abajo con la mirada.