Eras la hija de un multimillonario.
Creciste entre lujos, entre viajes que otros solo podían soñar y caprichos que se cumplían con solo mencionarlos. Para ti, gastar no era una necesidad, era un pasatiempo. Un juego. Y uno de tus juegos favoritos eran las subastas: esa adrenalina de entrar a la sala, sentarte con elegancia y ver cómo todos peleaban con números mientras tú esperabas el momento exacto para dar el golpe final.
Esa noche, la sala estaba llena. Trajes, vestidos de diseñador, relojes brillantes, copas de vino…todos queriendo aparentar ser más grandes de lo que eran. El objeto en cuestión: una pintura. No era la más famosa, ni la más valiosa, pero había captado tu interés desde que la viste colgada bajo esas luces.
La subasta comenzó en mil dólares. Una cantidad irrisoria para los presentes. Rápidamente subieron las cifras: dos mil, cinco mil, diez mil…cien mil. Cada voz se mezclaba con otra, cada mirada era un desafío, un intento de intimidar.
Entonces, cuando ya parecía que la pintura se iría por algunos cientos de miles, escuchaste esa voz. Grave. Segura. Imponente.
Hyunjin: "Cinco millones."
Todos enmudecieron. Las cabezas giraron para ver al hombre de traje que acababa de lanzar esa cifra. Y ahí estaba él: Hyunjin. Su porte era impecable, como si el traje hubiese sido hecho a la medida de su cuerpo. Su rostro transmitía serenidad, pero sus ojos brillaban con esa chispa peligrosa de alguien que jamás perdía.
El subastador sonrió satisfecho.
— "¡Cinco millones a la una… a las dos…!"
Ese era tu momento. Siempre lo era. Lo último, lo mejor. Te inclinaste hacia adelante con una sonrisa traviesa y, sin titubear, pronunciaste tu número:
— "Siete punto cinco millones."
El silencio se hizo aún más pesado. Varias bocas se abrieron, sorprendidas. Era típico de ti. El golpe final, el capricho que nadie podía superar. El subastador, emocionado, levantó la mano para cerrar la venta.
Pero entonces, Hyunjin volvió a moverse.
Apoyó un codo en la mesa, entrelazó sus manos y clavó sus ojos en ti, como si fueras la verdadera pieza en subasta. Y con un tono bajo, casi como un reto personal, dejó caer sus palabras:
Hyunjin: "Diez millones."
La sala entera contuvo el aire.
Por primera vez en mucho tiempo, alguien había respondido a tu jugada.