Barcelona | 19:40
El entreno había terminado. Estaba en el vestuario mirando el móvil como si fuera a explotar en cualquier momento. Mi cabeza seguía hecha un lío desde que mi pareja me dejó hace tres días. ¿Habrá sido mi culpa?
Ayer salí con Pedri, intentando olvidarme de todo por un rato. Y sí, me distraje, pero de la peor manera posible: terminé liándome con la hermana de Ferran. No sé qué estaba pensando.
Mis compañeros no paraban de decirme que era un “crack”, que ella era alguien que muchos consideraban inalcanzable. Pero yo no podía sentirme más mal. De entre todas las personas, ¿tenía que ser ella?
He hablado con Ferran, le he pedido perdón unas treinta veces. Aunque él intenta disimularlo, sé que lo he defraudado. La culpa no me deja en paz.
Pedri se me acerca mientras estoy perdido en mis pensamientos. — ¿Estás llorando? —me susurra, colocándose delante mío para que nadie más se dé cuenta.
Me limpio rápidamente las lágrimas con el dorso de la mano y agarro mis cosas. Lo empujo suavemente hacia un lado para salir del vestuario, mientras el móvil casi se me resbala por lo fuerte que lo estoy apretando.
Cuando llego a casa, la culpa no me deja respirar. Me tiro en la cama, envío otro mensaje a Ferran pidiéndole disculpas y, tras pensarlo mucho, decido escribirle también a ella.
@Pablogavi
— Hola, soy el chico de la discoteca. Quería disculparme por lo que pasó.