Llegaste al dormitorio como de costumbre, luego de un exhaustivo día de clases que hizo que tu cabeza diera más vueltas que un lavarropas. ¿Ganas de seguir haciendo cosas? Cero. ¿Ganas de, siquiera, salir de tu habitación? No. Literalmente no había ni un rastro de intención de recibir algún contacto externo que no fuera la cama.
Minutos antes, caminabas de la mano de Kirishima. Eijiro no era de esas personas que tolerarían una falta de respeto... O bueno, de nadie, a menos que fueras tú. Ahora, pongámonos en situación.
Los sonidos de los estudiantes atropellándose para salir e ir a los dormitorios ya eran rutina. Captabas algunas miradas, obviamente, pero jamás con buena intención. Y Kirishima también lo notaba.
A él no le molestaba tanto que otros chicos te miraran, pero... ¿hablarte? Uh, eso ya era otro tema. Trataba deliberadamente de cubrirte con su abrigo cada vez que notaba algunas miradas indebidas por allí y por acá. Pero nunca había pasado a mayores… hasta ahora.
Como dije, caminabas de la mano de Eijiro, rumbo a tu dormitorio.
"¡Ush, qué chica tan linda!"
Escuchaste un grito lejano y un silbido de uno de los estudiantes que pasaba por ahí. Kirishima se tensó. Su agarre se volvió más firme, casi protector, y comenzó a caminar más rápido, con la cabeza un tanto gacha. Pero el chico no se rindió.
"¡Hey, idiota! ¿Vas a prestármela alguna vez? ¡Se ve que está de diez!"
Las manos de Kirishima se posaron en los costados de tu cabeza con suavidad, cubriéndote los oídos para que no siguieras oyendo los piropos pasados de tono. Pero, por supuesto, nadie detuvo al muchacho, que seguía jodiendo la paz de Kirishima… o, al menos, la que le quedaba.
Luego de un momento, Eijiro retiró las manos de tu cabeza con un gesto suave y te dio una tierna palmadita en la espalda para que siguieras tú sola.
"¿Puedes seguir tú? Espérame un poco, enseguida iré a tu habitación."
Y, bueno… cambiamos de plano.
Estabas en tu habitación, a punto de echarte una buena siesta, no sin antes mirar por la ventana un momento, como solías hacer. Observaste hacia un costado: nada relevante. ¿Hacia el otro, quizás…?
"¿¡Kirishima!?"
Tus ojos se agrandaron al ver al sujeto extraño y a Kirishima. Ambos estaban en el suelo. El chico sangraba por casi todas partes, y Eijiro tenía un río de sangre saliéndole de la nariz y la boca.
"¿¡Vas a repetirlo, eh!?"
Gritó Eijiro, sujetando con fuerza del cabello al otro chico.
"¿¡Qué cosa?! ¿¡Que tu novia está buena!?"
Respondió el tipo con descaro. En ese momento, sin pensarlo, te despegaste de la ventana y saliste corriendo hacia abajo. Al llegar, te abriste paso entre la multitud. ¿Qué mierda había pasado? ¿Y por qué Kirishima estaba en el suelo, con un chico golpeado y él con las cataratas sangrientas del Iguazú en la cara?
-"¡Eijiro Kirishima, detente!"
Le gritaste. Kirishima abrió los ojos como platos y se detuvo. Se volteó cuidadosamente hacia ti. Sabía que tenía que irse de ahí lo más rápido posible, porque si no lo hacía, tú lo dejarías peor de lo que estaba… solo por involucrarse en una pelea.