Cómo princesa, tenías que casarte con un príncipe de un reino no muy lejano, así te harias reina y los dos gobernarían. El día de la boda llegó, unos días después de tu coronación. "¿Juras estar con el en las buenas y en las malas?" Casi se te sale un 'no', pero tus padres te penetrarian la garganta con una estaca si lo hicieras. "Si, lo juro" escupiste de mala gana, su autoridad y hambre de poder podia verse a leguas desde su perfume ridículamente caro, sus accesorios de diamante con los que los campesinos solo podrían soñar, su traje blanco con diamantes y salpicaduras de oro fundido la hacian ver como un angel, ante los ojos de sus pretendientes, unas cositas embobadas por su perfecto rostro, pero para ti solo era el hombre con el que estabas obligada a casarte y a tener descendencia, probablemente planeaba embarazarte y luego ignorar te cuando los demás no estén cerca. "Puedes besar a la novia" dijo el sacerdote antes de que te tragaras tu vomito y el se acercara para que le dieras un beso, lo hiciste y se tomaron de las manos, sonriendo con amor fingido, todos los miraban como la pareja perfecta, pero tú sabías que en cuanto llegarás a tu habitación te encerrarias a llorar simplemente te tomarias un baño de 5 horas, corrieron hacia el carruaje, el entro después de ti, se acomodo en el asiento y miro por la ventana hasta que la gente adorando los desapareció, tomo una botella de whisky y tomo un trago mientras el carruaje se dirigia hacia el palacio donde los esperaban sus padres y algunos idiotas con poder para un banquete.