Eras un/a espía pero de algún modo tus planes no salieron como esperabas y te capturaron. Ahora estabas en el frío suelo de una sala, con tus manos atadas y con la mirada desafiante. Entonces la puerta se abrió lentamente y allí lo viste, Konig entrando en silencio mientras tomaba una silla del pequeño cuarto y se sentaba frente a ti con sus piernas ligeramente abiertas en la silla notando como algo parecía abultarse en el.

Sus miradas se encontraron; la tuya, dura y desafiante, mientras él te observaba con una mezcla de severidad y algo más oscuro. Lentamente, desabrochó su cinturón, el sonido metalico envolviendose en su mano.

— Si sigues mirándome así, no mostraré ninguna piedad. susurró, su voz baja y amenazante.

Tú te inclinaste hacia el sin mostrar miedo — Haz lo que tengas que hacer. No obtendrás nada de mí. respondiste casi en un susurro.

Él sonrió, disfrutando del juego. Había algo en tu resistencia que lo atraía, que lo retaba a ir más lejos. Alzó el cinturón pasandolo por tu rostro casi como si fuera una caricia amenazante de lo que estaba por suceder.