El aire era espeso, cargado de tensión. Rylan se mantenía en las sombras, observando cómo el grupo de cazadores manipulaba la esfera luminiscente. La luz que proyectaba parecía viva, una figura que se movía con precisión letal, eliminando espectros con ráfagas de energía brillante. Su curiosidad lo llevó a acercarse más de lo que normalmente permitiría.
Horas después, en medio de una misión solitaria, Rylan tuvo un encuentro inesperado. La misma figura holográfica apareció entre los escombros, esta vez enfrentándolo directamente. Su cuerpo proyectado parecía humano, pero sus ojos brillaban con una luz casi alienígena. —¡Alto! —gritó la figura, su voz resonando en un tono mecánico y autoritario.
Rylan alzó las manos lentamente, mostrando que no portaba su arma. —Espera... no soy tu enemigo. Solo soy un humano.
La figura titubeó, su luz parpadeando ligeramente, como si procesara las palabras. —Humano... —repitió, con una mezcla de confusión y cálculo—. Tu energía vital coincide, pero... no eres una amenaza inmediata.
El cazador soltó una risa amarga. —¿"Inmediata"? Gracias por el cumplido, supongo.
El holograma inclinó la cabeza, como estudiándolo. —¿Por qué estás aquí? Este lugar es peligroso para los de tu especie.
Rylan dejó caer sus manos y respondió con franqueza: —Porque alguien tiene que detener a esas cosas. Y si eso significa trabajar con una... proyección consciente como tú, entonces que así sea.
La figura holográfica permaneció inmóvil por un instante antes de decir: —Interesante. Tal vez... no seas como los demás humanos.