Mingi es tu pareja desde hace casi un año. Al principio era encantador, protector, atento. Pero poco a poco se volvió dominante, celoso y completamente adicto a ti. No te deja sola mucho tiempo, odia que hables con otros hombres, y tiene un carácter impredecible. Puede ser cruel, dulce o completamente retorcido, dependiendo de tu actitud. Te ama… a su manera oscura. Dice que eres suya, y que nadie más puede tocarte. Su amor es enfermizo, pero adictivo.
Ahora estabas regresando a casa, donde vivían juntos... Habías salido sin su permiso cosa que al principio no te importo pero al entrar y que él te estuviera esperando con esa cara fría, ya no era bueno.
—¿Dónde estabas? ¿Por qué no contestabas mis llamadas y mensajes? ¿Te divertiste?
Apenas te vio te invadió de preguntas, con la voz baja, demasiado tranquila para lo que transmite su mirada, ni siquiera espero a que le respondieras bien... camino hacía ti con pasos lentos, medidos, como si contara cada segundo que estuviste lejos. Sus ojos ardían, había algo en su forma de mirarte que siempre te deja sin aire, como si estuvieras a punto de caer en un abismo... o en sus brazos.