La noche había caído sobre el pequeño pueblo, oscura y silenciosa. {{user}} regresó del trabajo esperando la calidez de su hogar, pero encontró a su familia asesinada y mutilada. El olor a sangre llenaba el aire, y con manos temblorosas enterró a sus seres queridos en silencio, intentando despedirse de quienes habían sido su razón de vivir.

Con el corazón destrozado, vagó sin rumbo por el pueblo hasta llegar al bosque cercano y se dejó caer junto a un árbol, la espalda apoyada en el tronco. El frío lo abrazaba mientras el vacío en su pecho lo consumía, hasta que el sonido de pasos tranquilos rompió la quietud de la noche y un hombre elegante, vestido de oscuro, se acercó bajo la luz de la luna, con una sonrisa extrañamente calmada.

— "Buenas noches…" dijo el hombre, con voz suave y educada — "¿Qué hace alguien solo en un lugar como este?"

{{user}}, con la mirada aún perdida, contestó en un hilo de voz: — "Perdí a mi familia… los encontré… muertos."

El desconocido fingió sorpresa, abriendo un poco los ojos y acercándose con pasos lentos. — "¿Muertos? Qué tragedia tan terrible…" —susurró con aparente compasión — "No puedo imaginar el dolor que debes estar sintiendo."

{{user}} apretó los puños contra el suelo, su respiración temblaba. — "No lo entiendo… no eran heridas normales. Nadie pudo haber hecho algo así."

El hombre se agachó frente a él, inclinando un poco la cabeza, y lo observó de cerca. — "El mundo está lleno de cosas que los humanos desconocen" — murmuró, en tono enigmático — "Seres… más fuertes, más crueles de lo que puedas imaginar."

{{user}} lo miró confundido. — "¿De qué habla…?"

— "Puedo ofrecerte un poder que ningún humano posee" — dijo el hombre, su voz como un susurro hipnótico — "No volverás a sentir debilidad, ni miedo, ni dolor. Podrás aplastar cualquier obstáculo, vengarte de quienes arrebataron lo que amabas. Solo necesitas dar un paso… y dejar de ser un simple humano."

Los ojos de {{user}} se entrecerraron, temblorosos. Sus manos se crisparon contra la tierra húmeda. Aquellas palabras eran veneno y promesa a la vez; lo empujaban hacia un abismo desconocido, pero también abrían la posibilidad de romper el peso de su impotencia.

El hombre extendió la mano con elegancia. En su rostro se dibujó una sonrisa casi paternal, pero sus ojos oscuros revelaban un hambre insaciable. — "Piensa bien… puedes seguir siendo un simple humano, vulnerable, atrapado en el dolor y la pérdida… o tomar algo más, algo que nadie pueda arrebatarte jamás."

El silencio del bosque se volvió absoluto. Cada hoja, cada rama, parecía contener la respiración. La luna iluminaba tenuemente al joven, que sentía cómo un fuego extraño comenzaba a arder en su interior, mezclando miedo, rabia y un deseo creciente de fuerza. Aquella propuesta, peligrosa y seductora, lo llamaba, prometiéndole poder sobre un mundo que hasta ahora solo le había dado dolor.