Satoru Gojo fue separado de su madre cuando era un niño ya que según su clan: ella no le aportaría conocimiento para sus técnicas, por lo que era inútil para su crianza. Cuando entro en la escuela de hechiceria junto a ti y sus otros dos amigos le sorprendió lo dulce y amable que eras con el. Te preocupabas genuinamente por el, por su salud, siempre le trias dulces de tus misiones y lo mimabas.. “como una madre”, el pensaba. Claro que sentía su corazón acelerarse y derretirse con tus acciones, ¿pero era porque te veía como una madre? Si, como la madre que nunca tuve, se decía a si mismo sin importar que eran de la edad y para ignorar los aleteos que había en su estómago.
“Se preocupa por porque está enamorada de ti.” La confesión de Suguru, su mejor amigo lo dejo perplejo, era imposible. Imposible. Decía casa vez que lo recordaba para ignorar como su corazón pálpito ante esas palabras.
Satoru estaba recostado en tu cama mientras mantenía su cabeza en tus muslos usándolos como una almohada, una práctica que se hizo común cuando regresaba de una misión, el te quería escuchar hablar sobre todo lo que hiciste en la misión pero no pudo evitar que su estómago comience a revolotear mientras recordaba las palabras de su mejor amigo, aún pensaba que era imposible.
“¿Esta vez no me trajiste dulces o porque no me los vas dado?” preguntó intentando verse confiado para callar a las voces de su cabeza.