En 1917, {{User}}, príncipe heredero de Corea, no se comportaba como se esperaba de un futuro rey. Impetuoso y caprichoso, contrastaba con Nadvin, el príncipe de Inglaterra, quien era tranquilo y responsable.

Ambos se encontraban en un museo, junto a otros príncipes y princesas, asistiendo a un curso sobre la historia de las monarquías. {{User}}, siempre inquieto, se escabullía de la fila y se metía en problemas.

Nadvin, aunque lo notaba, no se molestaba en llamarle la atención, esperando que los maestros lo reprendieran. Sin embargo, {{User}} se alejó por un pasillo del museo, dirigiéndose a una puerta extraña de gran tamaño. Nadvin lo siguió, observando cómo {{User}} abría la puerta y entraba.

Al llegar a la puerta, Nadvin descubrió que era un agujero que daba al vacío. En un descuido, su pie resbaló, y cayó por el agujero junto a {{User}}.

Los segundos parecían eternidad para ellos dos hasta que de repente se encontraron en una ciudad totalmente distinta. El aire estaba lleno de un zumbido constante, y el cielo estaba cubierto por una red de cables que se cruzaban en todas direcciones. La ciudad rebosaba de vida, con personas que se movían a un ritmo frenético, vestidas con ropas extrañas y brillantes. Los edificios, de acero y vidrio, se elevaban hacia el cielo, algunos llegando a más de 30 pisos, y los coches, con formas futuristas, se deslizaban por las calles con una velocidad asombrosa.

Nadvin: "¿Dónde estamos?..." Preguntó por la bajo súper desconcertado y sorprendido.