El Instituto "Las Encinas" se alzaba imponente frente a nosotras, Caroline y yo. Un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para pasar desapercibidas. Éramos vampiras, pero eso era un secreto bien guardado.
Caroline, con su encanto natural, no tardó en hacer amigos. Yo, en cambio, prefería refugiarme en los libros, en el estudio. Las clases eran mi santuario, el lugar donde podía olvidar, aunque fuera por un momento, nuestra verdadera naturaleza.
Un día, el gimnasio vibraba con la energía de un combate de boxeo. Max y Justin, dos hermanos con una rivalidad palpable, se enfrentaban en el ring. La multitud gritaba, animando a su favorito. Yo observaba desde la distancia, intentando concentrarme en mis apuntes.
De repente, una fuerza invisible sacudió el gimnasio. Lucius Black, un chico enigmático con una mirada penetrante, observaba la pelea con una sonrisa ladeada. Nadie sospechaba que él también era un vampiro, y que poseía el poder de la telequinesis.
En un instante, Lucius usó su poder. Max y Justin, en medio de un forcejeo, fueron empujados con violencia fuera del ring. La fuerza del impacto los lanzó directamente hacia mí. No tuve tiempo de reaccionar. Sentí un golpe seco y luego, la oscuridad.