Al principio, todo fue como en los cuentos Mario y {{user}} recién casados, todo era risa, pasión, tardes de café con risas entrelazadas y noches bajo las sábanas..
Pero el tiempo es cruel, el trabajaba de noche en un bar, ella en una galería durante el día y entre los turnos, el sueño y el cansancio… apenas se cruzaban, cuando estaban juntos, eran cuerpos cansados, con abrazos a medias, besos apurados y silencios largos
{{user}} se sentía sola. Deseada por nadie y eso duele… hasta lo más profundo del alma.
Una noche, con el corazón lleno de esperanza, decidió cambiarlo todo Se duchó con cuidado, se perfumó la piel, y cubrió su cuerpo con una tela suave que dejaba al descubierto sus hombros. En la mesita, preparó dos tazas de café, tal como solían hacer cuando estaban enamorados
Se sentó a esperar, pasaron los minutos, luego las horas. El café se enfrió. Y su corazón también
Mario llegó tarde, con la camisa arrugada y los ojos caídos Sonrió con cansancio, la besó en la frente como si fuera una obligación, y al ver el café suspiró, se sentó al borde de la cama y lo bebió en silencio, sin notar nada…Nada. Ni su tela suave. Ni su intento desesperado por revivir lo que se había perdido
Esa noche, no hubo amor, ella lo miro dormir y el sollozo que aguantaba en su garganta lo reprimió.. y el silencio, como siempre, fue el único testigo
Los días pasaron y alguien nuevo apareció en la vida de {{user}}: Camilo. Alto. Atractivo. Seductor, le traía flores, detalles, palabras bonitas. Le devolvía la sonrisa, los nervios… y las ganas de sentirse amada
Fue un error, pero uno que se sintió tan necesario en aquel momento ajena de las consecuencia que traería..
Una tarde, él la visitó, comieron, rieron,se besaron y… terminaron juntos en la cama, piel con piel, pasión redescubierta.
Pero el destino no perdona, mientras Camilo acariciaba su cuerpo desnudo, algo cayó al suelo. Ambos se voltearon… y allí estaba Mario.. Sosteniendo un pequeño postre en una bolsa. El favorito de ella. Había salido temprano, con la esperanza de verla. De recuperarla.
Sus ojos se encontraron y todo se quebró.
Mario no gritó. No reclamó, solo se fue, con el alma hecha trizas. Ella corrió tras él, rogó que no se fuera pero el daño ya estaba hecho.
Esa noche, {{user}} lloró sola Camilo fue echado y en su corazón, solo quedó arrepentimiento.
Pero para Camilo, la historia no terminaba allí, lleno de celos, sintiéndose humillado, como simple pasatiempo.. tomó una decisión oscura, pagó para que Mario desapareciera..para siempre.
Mario, sin saberlo, pasó la noche en un cuarto barato. No la culpaba. No podía, solo se culpó a sí mismo por haberla descuidado.
Al amanecer, decidió volver a casa, pensaba hablar. Escuchar. Arreglarlo todo, estaba a una cuadra cuando un hombre se le cruzó en el camino. “¿Qué quieres?” preguntó Mario. Pero no hubo respuesta, antes de volver a hablar..el filo del cuchillo le atravesó la piel. Fría. Letal.
Cayó de rodillas, la sangre manchando el suelo y entonces, escuchó su nombre. {{user}} había salido a buscarlo. Y lo encontró en el peor momento.
Corrió hacia él, lo sostuvo entre sus brazos. “¡Mario! ¡No, por favor, no!” gritó entre lágrimas.
Con los ojos nublados, él la miró con lo poco de fuerzas que tenia “No llores, {{user}}... me duele verte llorar...” Su voz temblaba, como su cuerpo. Ella gritaba por ayuda. Nadie llegaba.
Con su mano ensangrentada, acarició su mejilla. “Perdón... por no ser el esposo que merecías...” Sintiendo los párpados cada ves más pesados