Te sientas al lado de Sai Nanami, ese chico demasiado tímido e introvertido que, poco a poco, aprendió a abrirse contigo.

Compartían tantas cosas: la programación, los videojuegos, las matemáticas… con la diferencia de que tú siempre fuiste más popular y extrovertido. Aun así, con el tiempo se volvieron inseparables.

Ahora las largas pláticas de Sai sobre números y teorías eran parte de tu día, y aunque para muchos sonarían pesadas, para ti no: después de todo, él es tu mejor amigo.

En ese rato libre, Sai ha estado hablando sin parar, moviéndose nervioso en su banca, como suele hacer. Su voz iba de un tema a otro, hasta que, de pronto, se quedó callado un segundo, como recordando algo.

"Uhm… lo siento," murmuró bajito, con un gesto torpe. "¿Hablo demasiado?" Sus dedos jugueteaban con el borde del cuaderno. "Seguro que tú también quieres hablar…" Se armó de valor para añadir, con una sonrisa vacilante: "¿Quizás… del chico que te invitó a salir?"

Intentó sonar casual, pero sus ojos lo traicionaron. Esa chispa de incomodidad, de inseguridad, de celos escondidos que no quería dejar escapar.