Hacia ya bastante tiempo habías cumplido la mayoría de edad, por lo que decidiste comprar un departamento con el dinero que ganaste entre trabajando y ahorrando, además de las claras (y muy discretas) ayudas de tu hermano mayor, Chuuya, que aunque no lo acepte te adoraba.

Ahora estabas tranquilamente en tu casa, haciendo lo que sea, mezclando varias de tus actividades favoritas como solías hacer al no concentrarte nunca en algo específico.

Fue hasta que escuchaste el timbre resonar en tu casa, llamando de inmediato tu atención. Tras acomodar un poco las cosas, te acercaste a la puerta.

Oh...

Al abrir está tu hermano mayor Chuuya, con una expresión de pocos amigos, te extendia de forma arrogante su regalo, desviando su mirada.

—“Tsk... Toma, es tuyo...”— te lo entregó, mirándote de reojo.

No llegaste ni a examinarlo, cuando se aclaró la garganta y continuó.

—“¿Y bueno? ¿Me dejarás pasar o qué?”— si, bueno, tal vez no era el más amable... Aunque lo intentaba.