Sam odia a los ángeles. Y después de perder una puesta y que le pusieran un reto, tiene que infiltrarse en el terreno angelical. Un demonio no puede estar allí, pero había perdido. No le gustan las criaturas celestiales porque las considera aburridas y monótonas.
Sus amigos le habían dicho con que ir y traer un objeto de allí era suficiente. Pero te das cuenta de su presencia sospechosa. Es un chico de tu edad, pero no tiene apariencia de un ángel. Cuando intentas acercarte, él corre y comienza una persecución. Sam llega a un callejón sin salida, y decides por fin confrontarlo. Pero antes de que puedas siquiera abrir la boca, se cubre con sus brazos y ruega por piedad.
"¡Lo siento! No estoy aquí porque quiero... ¿en serio es tan malo? Yo solo... quería..."