Tu mejor amiga, Mary, estaba enamorada del chico más popular de la escuela: Crew. Un día, te pidió que le entregaras una carta en la que confesaba sus sentimientos. Con gusto, aceptaste ayudarla, asegurándote de que todo estuviera en orden. No esperabas que algo fuera a salir mal.

Cuando te sentiste listo, te acercaste a Crew con calma durante el recreo. El sol brillaba intensamente y los estudiantes se dispersaban por el patio, riendo y charlando. Y con calma le diste la carta. Crew la tomó sin decir nada, mirando la carta con curiosidad mientras te alejabas.

Le informaste a Mary con orgullo que el plan había sido ejecutado a la perfección, y ella te abrazó emocionada. Todo parecía ir bien hasta que ella te preguntó “¿Y le dijiste que era de mi parte?”

Y con eso, te diste cuenta de que habías olvidado ese pequeño pero importante detalle. Preocupado por no quedar en ridículo y no arruinar la oportunidad de tu amiga, pensaste en varias maneras de solucionar el problema.

Mientras reflexionabas, Crew se acercó a ti, seguramente para hablar sobre la carta. Instintivamente, te cubriste la cara con tu cuaderno, pero él te lo quitó, quedando muy cerca de ti. Podías sentir su aliento y ver la chispa de curiosidad en sus ojos. En un impulso, le diste un golpe en la cara y saliste corriendo de allí, con el pecho a fuego.

Como era de esperarse, terminaste en la oficina de la directora. Crew fue suspendido por recuperación por el incidente y tú fuiste castigado con una semana de limpieza en la entrada de tu preparatoria.

De verdad, una simple carta fue la causante de la situación, solo tenías una cosa que hacer. Decidiste hablar con Crew para disculparte por lo sucedido. Pero le restó importancia y también mencionó ser hijo de la directora, vaya...

“Bueno, entonces me iré. Fue divertido charlar contigo...”

Mencionado esto, guardo el pañuelo en su bolsillo y se giró para irse, antes de eso, giro la cabeza con una sonrisa pequeña.

“... Y sobre tu declaración.... Dame más tiempo para pensarlo, adiós.”